Bajaba las escaleras hacia el tercer piso con una calma y parsimonia realmente exageradas. No sentía miedo alguno de aquel lugar, supuestamente uno de los más peligrosos de todos los oceanos e islas que existían. La prisión más protegida y resguardada del Gobierno.
Dos pisos ya habían sido destruidos y se habían visto ausentes de función alguna, encontrándose ya todos los prisioneros y guardianes faltos de vida alguna. La gran mayoría llacían en el suelo, junto a los escombros del lugar, aunque bueno... La minoría restante había sido completamente desintegrada en el proceso de absorción por parte del Shichibukai.
Chasqueó los huesos de su cuello así como también los de su mano, sujetando el cigarrillo que lucía entre sus dos labios en el proceso, con su diestra. Acto seguido, una prominente calada precedió a lo que fue una entrada bestial.
Golpeó su muñeca derecha con la mano izquierda, colocando así un Dial de impacto completamente cargado en la palma de su mano. Seguidamente, apoyó esta sobre la puerta, dejandose caer de lado en el movimiento y accionandolo. La puerta salió literalmente despedida varios metros, una puerta prominente como lo era aquella, ahora arrollada.
-Buenos días- Comentó sonriente, mientras colocaba de nuevo el cigarrillo entre sus labios. Tras este movimiento, guardó el dial de la palma de su mano y ocultó las dos extremidades dentro de los bolsillos inferiores de su traje. El baile comenzaba de nuevo.